quizá, muy merecidos, mas fueron enfrentados:
pudieron ser vencidos, o al tiempo, ya olvidados.
Mas que este hueso suelde..., ya son cosas dispares.
Y así quedó la huella, señal de mis pesares,
de días lacrimosos en los meses pasados,
y hoy muestran ostentosos pliegues de piel marcados,
precoces, cual centella, en todos mis lugares.
No obstante, hay una herida, a la que no hallo cura,
por más que yo lo intento, al rato sigue abierta,
y sigue retenida, la pus que no supura.
Pues no existe el ungüento, de forma clara y cierta,
y es punto de partida, por lo que el mal me dura:
La amé en todo momento y se cerró su puerta.
GaDe 16/10/2013
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