Anoche, mientras dormías;
mirando tus dulce gestos,
poco a poco recorría
tus mejillas con mis dedos.
Qué dichoso me sentía,
era un momento perfecto:
tu boca junto a la mía;
iba mi vida en tu aliento.
Y solapando suspiros
de los dos al mismo tiempo,
vi que soñabas conmigo,
al susurrarme un: te quiero.
¡Qué dicha de amor tan lindo!:
somos la brisa y el viento:
del mismo aire vivimos;
y hasta nos mueven los sueños.
GaDe 29 / 2 / 2016