Con una linterna iba
un viejo hombre llorando,
camino del cementerio,
a las afueras del barrio.
Yo, que andaba por allí,
en amores ocupado,
me sorprendí con su luz,
me compungí con su llanto;
y me acerqué a ese señor
por ver qué había pasado:
Y le dije: ¡Buenas noches!,
¿le puedo ayudar en algo?...
Él me enfocó, y dijo no,
lo mío no tiene apaño,
voy llorando por mi nieto,
que hace un año se fue al cielo;
voy a su tumba a rezarlo.
Lo siento, dije, y me fui
tan triste como ese anciano;
se me pasó la pasión;
dije a mi novia: nos vamos.
Ese hombre me dejó
su drama tan señalado...,
que un símil de aquello vi,
pues todos vamos así,
camino del cementerio,
ya muerto el niño, llorando...
GaDe 17/07/2021