Un golpe de suerte
En ese viejo pueblo, todo había cambiado en la última década. Desde que un golpe de suerte zarandeara a muchos de sus habitantes, Toro, que así se llama el pueblo, había recobrado la bravura y la importancia que tenía en tiempo atrás; además de por su producción vitivinícola, por ser una villa con larga historia: allí estaba ubicado el Palacio de las leyes; es donde viviera en su tiempo doña Elvira; por una sublevación contra los portugueses que ocupaban la ciudad en 1476 y la ejecución a garrote vil, y posterior exposición del cadáver en una de las rejas de su misma casa de Antonia García, mujer de Juan de Monroy por orden del gobernador Juan de Ulloa. La reina Isabel mandó tras su entrada en Toro dorar esa reja en desagravio, y aún hoy, sigue dorándose; y por el interés turístico que parecía haber recobrado, quizá, por aquello de "dinero llama a dinero".
Los vecinos del pueblo que habían sido agraciados por el segundo premio de la lotería de Navidad de ese año 2009 fueron muchos, al haber sido vendido en el bar más frecuentado de la plaza, llamado "Los tres hermanos", el premio fue tan repartido, que muchos de sus vecinos coincidieron en los concesionarios de vehículos al poco de cobrar sus premios.
Parecían tener casi todos los afortunados, un único sueño: un gran vehículo para poderse pasear por el pueblo y alardear y hacer lo mismo cuando bajaran a la capital, Zamora.
Desde que cambió el tren de vida de muchos de ellos, habían empezado a renacer ciertas rencillas y ajustes de cuentas ya olvidados. Cada cual de los no agraciados, no todos claro está, echó algún que otro vistazo a viejas libretas, recibos y facturas no cobradas donde se detallaban los nombres de viejos deudores y sus deudas ya casi olvidadas por ver si coincidían con algunos de los afortunados y poder así, cobrarse de una u otra manera sus deudas.
Y así es como ese pueblo, Toro, empezó a acometer entre bramidos de sus vecinos contra todo aquel que aparecía junto a una cifra deudora. Los primos discutían entre ellos, los hermanos con sus hermanos, los padres con los hijos...; es decir, que lo que, en principio, parecía ser un regalo del cielo, evidenciaba un remitente muy distinto, el mismo diablo.
Hasta dónde no llegaría el conflicto, que hasta los tres jóvenes hermanos propietarios a partes iguales del bar que repartió el premio, acabaron discutiendo y separándose definitivamente?
De dos de ellos aún se sabe algo, pues uno se estableció en Zamora y puso allí su propio negocio , y el otro, todavía regentaba el mismo bar, pero eso sí, ya con distinto nombre. El Gordo, ese era el nombre ahora, y claro, como todo tiene un porqué, ese nombre del bar, también lo tenía: "El gordo" era el apodo de Ramón, Ramón Bonilla Cuadrado, ese era su nombre y apellidos.
En cuanto al mediano de los hermanos, Juan, de él nada se sabía desde el día siguiente del sorteo.
José y Ramón cuentan que se despidió de ellos la misma noche en la que resultaron agraciados, despidiéndose bañado en brindis de cava, y nada, absolutamente nada se ha vuelto a saber de él.
Resulta extraño, dicen algunos de los vecinos de Toro, que no hubiera vuelto ni siquiera para recoger algunas de sus cosas que tenía en el hostal o pensión donde residía. Por lo visto, y esto aún resulta más chocante, tampoco se despidió de Conchita,con quien, al parecer, mantenía una más que cálida relación. Conchita era la hijastra de la propietaria del hostal "La Parada", de doña Asunción Calvo,
El caso, es que existía el rumor de que sus dos hermanos se lo habían quitado de en medio, matándole y haciendo desaparecer el cadáver. También resulta poco creíble que no se supiera con certeza en cuantos millones habían sido agraciados, pues José, el mayor, y Ramón, el pequeño, dijeron a la policía que eso quien lo sabía verdaderamente era Juan, pues había sido él quien fue a la capital para hacer la compra de toda la lotería; además de ser el administrador y principal gestor de las cuentas, las cuales, junto con tickets de caja y facturas, también habían desaparecido.
La cuestión es que la totalidad del billete había sido cobrada y, haciendo cuentas entre los agraciados reconocidos, aún quedaba mucho dinero más de lo que se repartieron los tres hermanos. Según ellos, diez décimos cada uno , es decir 2,5 millones de euros o lo que es lo mismo unos 415 milloness antiguas pesetas por hermano. Cierto es, que a las 72 horas de darse la desaparición de Juan, y por la denuncia de los hermanos José y Ramón creyendo que algo le pudiera haber pasado, la Guardia Civil abrió una investigación, pero, poco se supo entonces, y poco se sabe aún hoy, y ya han pasado cuatro años, cual puede ser el paradero del desaparecido Juan o dónde descansa su cuerpo.
En cuanto a otros vecinos, se sabe de los asesinatos de tres de ellos: don Antonio Montalvo Villarejo de 60 años, muerto a los seis meses del premio, es decir en junio de 2010, asesinado a cuchilladas por el hijo de su hermana doña Carmen Montalvo Villarejo; el joven de 22 años, Antonio Gómez Montalvo fue detenido poco después de cometer el asesinato en un prostíbulo de la localidad de Tordesillas, y, aunque se declaró inocente en el juicio, al parecer en esa noche, habló más de la cuenta y con quién no debía acerca de su crimen. Hoy cumple condena de 12 años de prisión por ser declarado culpable de asesinato, con el atenuante de su adicción a las drogas por aquel entonces y la falta previa de antecedentes.
De los otros dos asesinatos, uno en enero del 2011, y el otro en diciembre de 2012, nada se sabe de sus culpables, por más que también hubiera sospechas de sus entornos familiares. Uno de ellos don Roberto Hinojosa Vilches de 61 años, muerto por el impacto de una posta en enero de 2011, también vecino de la localidad, y notario de profesión, de aquí que se piense que pueda ser algo referente a una herencia, fue asesinado en una montería y ninguno de los participantes en ella tenía la escopeta causante del disparo, por lo que se descartó de forma inmediata el posible accidente. Las investigaciones siguieron su curso sin ningún resultado, y el caso sigue abierto.
En cuanto a la última víctima, asesinada en diciembre de 2012, la única mujer de todas, era la regente del hostal "La Parada", donde se hospedara el desaparecido Juan, amigo o novio de su hijastra tiempo atrás, doña Asunción Calvo Huertas de 56 años. Esta fue asesinada de un golpe en la cabeza, según fuentes policiales. Se cree que para robarle las joyas que esta poseía. Ni una huella, ni un solo rastro, eso sí, aparentemente todo revuelto, pero, sin ningún testigo; nadie acompañaba a la víctima el día del suceso, sin que se pudiera determinar siquiera la hora exacta de su muerte.
Sucedió un sábado y el cadáver fue hallado el Lunes siguiente por una vecina que se acercó al hostal por intentar hospedar a un forastero. Ni siquiera Conchita acompañaba ya a su madrastra en el negocio pues, llevaba un año y medio viviendo y trabajando en León. Conchita fue interrogada y después de declarar, nunca más había vuelto a Toro, aún siendo ella la única heredera ya que su padre había muerto un año antes.
Pero la vida en Toro, aparentemente, seguía tan normal, los sucesos los había borrado el tiempo de una forma o de otra y, sólo, de vez en cuando, salían los sucesos como tema de conversación.
Pero una mañana, en el bar de El Gordo, uno de los asiduos al bar y recadero de Ramón, Marianín, hombre disminuido mental y primo de los tres hermanos Bonilla apareció como todas las mañanas recién llegado su autocar. Pernoctaba en una residencia a 15 kilómetros de Zamora y 17 kilómetros de Toro desde que su madre muriera un año antes y todos los días era traído a las 12 de la mañana y recogido a las 8 de la tarde en el mismo Toro.
Marianín, "Nano", como lo llamaban, apareció en el bar con una bolsa con algo de ropa, un bocadillo y artículos de aseo: jabón, peine, champú, maquinillas de afeitar de usar y tirar..., que apenas se intuían por ir en una bolsa negra de basura.
Le pidió a Ramón que si lo podía guardar en el almacén de las cajas de envases vacíos y, ante la respuesta afirmativa de Ramón, así lo hizo dirigiéndose al almacén.
Ese día parecía estar especialmente contento, pero, como cualquier día, recogió el listado de la compra de Ramón y se fue a hacer los recados. Sonó la melodía del carrillón de la iglesia marcando el reloj la una y mirando hacia el, corrió como nunca antes, colándose incluso en las colas que esperaban su turno para ser atendidos. Él podía darse esa licencia, todos sabían que era deficiente y le tenían mucho cariño al verle ya solo en el mundo; compró todo lo apuntado en la lista y acudió pronto a darle las cuentas y la mercancía a su primo Ramón.
Una vez en el bar y después de tomarse el café, le dijo a su primo:
- Ramón, primo.-tímidamente y en voz baja-.
Ramón miraba la televisión. Y Nano volvió a repetir, pero esta vez más alto y nervioso, captando la atención de Ramón.
- Ramón, primo! -con el brazo le hacía ademanes para que se acercara para hablar en privado-.
- Ven, por favor!
- Qué quieres Nano? En Ros! No me vas a dejar ver la tele?, hostia!
- Ramón, perdona, primo! Tengo mucha prisa. -trabándose mientras hablaba-. Me regalas la maleta del almacén?
- Qué maleta, Nano?- espetó Ramón-.
- -tartamudeando-. La maleta verde, esa que, esa que está en el suelo con un martillo y cuerdas.
- Para qué quieres eso, muchacho?-preguntó Ramón sorprendido-.
- La necesito Gordo, perdona, Ramón, la necesito.
- Anda y cógela! Para ti para siempre.
Se fue hacia el almacén muy contento. Mientras decía:
-Gracias, Gordo! Huy! Ramón, Ramón, gracias, gracias!
-La puedo coger ahora?-dándose la vuelta hacia Ramón-.
- Sí, hombre sí! Y calla ya, eh, Nano!
Así es que el Nano se metió en el almacén de las cajas, vació el contenido de la maleta e hizo rápidamente el cambio de la bolsa por la maleta. Salió con la maleta cerrada con una cuerda y, sin despedirse, ya salía por la puerta del bar, cuando entre carcajadas, se oyó a uno de los presentes en el bar:
- Pero muchacho, Nano! Se puede saber dónde vas tan preparado?
Dándose la vuelta Nano, dijo:
- No puedo decir nada, me voy.
- Has quedado para hacer pic-nic o te vas de crucero? Jajajaja!
Los tres o cuatro clientes del bar se burlaban de él, hasta que Ramón les escrutó con la mirada molesto.
- Vale, vale! Escribe cuando llegues! Jajajajaja!
- He dicho, que, no puedo decir nada. Adiós!
Y precipitándose Ramón hacia fuera por debajo del paso de la barra, por lo extraño de su actitud, salió a darle alcance; ya en la calle, le cogió por el brazo y le preguntó:
- Pero, qué te pasa Nano, coño? Se puede saber dónde coño vas?
- No puedo Ramón.-sonreía-
- No te irás a escapar de la residencia, no?-mirándole paternalmente-. Eh, Nano!
- Nooo! Nooo!- retirando la mirada y soltándose-. Adiós, Ramón! Gracias por la maleta.
- Y se puede saber qué llevas en la maleta?
- Nada, Ramón, es para mis cosas y comida.- y comenzó a caminar aceleradamente-.
- Pasa luego a tomar café anda.
- No sé! Digo: Vale, vale!
Y así salió Nano camino de la carretera y, una vez en ella, después de llevar caminando en dirección a Zamora 10 minutos, según sonaba el carrillón de la iglesia y después de marcar dos campanadas, una caravana se paró un poco más adelante en la cuneta. Nano corrió hacia ella y, poco antes de llegar a ella, se abrió la puerta del copiloto. Nano asustado al ver la puerta como un obstáculo imprevisto, se tropezó y cayó al badén, saltando por encima de él la maleta hasta el sembrado. Se acercó a recogerla rápidamente, y con la boca llena de paja y tierra, al tiempo que se oían sonoras carcajadas desde la caravana, dijo escupiendo y limpiándose con la manga:
- Hola primo Juan! Hola Conchita! Me subo? Quiero decir me lleváis de verdad con vosotros? Nos vamos? -y miraba hacia atrás emocionado y asustado al mismo tiempo-.
- Vamos, sube! -dijo Juan-. No habrás dicho nada ni te habrán seguido, no?
- Nooo! -contesto Nano-. Lo he hecho todo bien, verdad?
- Siiiií! Si has mantenido la boca cerrada, sí. Venga, vámonos! Por cierto: buen golpe, Nano! Buen golpe!
- No quería hacerla tanto daño. Lo siento Conchita!
- No te preocupes, Nano, lo hiciste muy bien. Ya verás a qué sitio más bonito te vamos a llevar.
GaDe 24/10/2013