Crónica
Doce golpes de campana,
como se anuncia en el bando,
señalan que ya es la hora
de que comience el quebranto.
El condenado a la muerte
es llevado hacia el cadalso,
porque ha sido declarado
culpable de asesinato
Él dice que es inocente,
no hay muchas pruebas de cargo,
pero apareció su amante
sin vida, tras visitarlo.
Dicen los que lo conocen
que es un error o que hay algo
que se escapa o que se tapa;
y apuntan hacia otro lado.
Nos cuentan que es un poeta,
muy buen tipo, aunque insensato,
y que su delito ha sido
no negarse a ser amado.
Sus ropas, de paño humilde,
se han convertido en guiñapos,
roídos por las paredes
en las que estuvo encerrado.
Meditabundo, camina
para apurar ese trago,
de ajenjo de espera y muerte,
del que han colmado su vaso.
Parece hablar con el cielo,
muchos pretenden tocarlo,
se respira la pasión,
parece un mártir o un santo.
Llegan a las escaleras,
paran, y le leen los cargos
que le llevan a morir;
él gesticula negando.
Ya, arriba, sin capuchón,
mira al cielo, y dice: "Vamos,
no se tarde"; y el verdugo
le ajusta en el cuello el lazo.
Se dirige a la palanca,
y el poeta dice en bajo:
"Dios sabe que yo no fui;
a nadie he amado tanto. "
Se hace el silencio en la plaza,
y los amigos, abajo,
le remiten al Señor,
y le juran no olvidarlo.
Una lágrima resbala
por su rostro enjuto y blanco,
y mira al cielo, diciendo:
"A ti me encomiendo, Hermano"
Y cuando el verdugo acerca
hacia la palanca el brazo,
se oyen dos voces que gritan:
¡Parad, que ha sido indultado!",
(mientras se acercan corriendo
dos jóvenes funcionarios):
- ¡Fue el marido el asesino!
Él mismo lo ha confesado.
- Fue el marido quien lo hizo,
ayer se puso a contarlo
en la cantina y, al alba,
se ha ahorcado en su propio establo.
El alcaide al oír eso,
y leer lo detallado,
lo libera y le susurra,
estrechándole la mano:
-Parece que estás de suerte,
o, quizás, Dios te ha escuchado;
aunque, en verdad, nunca oí
de un poeta asesinando.
GaDe 4/1/2020