Otra vez, imprudente corazón,
contaste sobre mí más de la cuenta
¿Habré de perdonarte tanta afrenta,
vergüenza de la luz de mi razón...?
Y ¿qué haré si llegada la sazón
del amor me lo espantas sin más renta?
No sirves, sino sólo de herramienta
para impulsar mi sangre; ¡tú, chitón...!
¿Quién niega tus palabras si eran mías
por más que fueran tuyas y forzadas...?
¿acaso no es verdad lo que decías...?
Mas ahora, con las bazas confesadas...
¿qué puedo yo sacar de mis amadas...?
No puedo soportar tus felonías.
GaDe hoy/8/2015
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