No está viva.
Pobre poesía que yace sin vida!
Yo no la he matado,
sola se tenía;
si es que yo no he sido,
ha sido ella un día!
Vivo está mi llanto,
su adiós y mi adiós,
y el amarla tanto.
Ella sí está viva
pero está durmiendo,
y se llevó el arrullo
de mi poesía;
cuánto la quería!
Cuando estemos juntos
luz del alba un día,
Dios me entregará
otra vez la llave de mi poesía.
Y recitaré como nunca antes
se ha visto, mi niña;
por estar ya juntos,
y con vida eterna:
verás que jarana,
verás que verbena.
Quiera Dios que ocurra
y tal cual nos pase,
tú asida a mi brazo,
los dos junto al Padre.
Tú asida a mi brazo,
los dos juntos al Padre.
Pero no está viva
ya mi poesía
porque quien la inspira
se me durmió un día.
Aunque el don es cierto
que al venir del cielo
jamás va a estar muerto.
GaDe 9/3/2014
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