Abrazado a ti yo siento amor y miedo,
por tener o por perder
lo de los dos.
Y tengo pavor al tiempo
no nos robe este momento
entre tú y yo.
Y en ti y sólo en ti
me valgo y puedo,
para amar como yo amo,
y temer como yo temo.
Yo me veo como un niño
y siento pena;
sólo tú eres mi tesoro,
y mi amor, y mi condena;
oh, esta falsa madurez
que me envenena!
Tú provocas mis gemidos
y suspiros,
y tanto te necesito
que es tu aliento, brisa mía,
lo que viene a ser oxígeno a mi vida.
En tu boca el manantial
del que yo bebo,
donde sacio yo mi sed;
tuyo soy, y a ti me debo.
De tus ojos es la luz de mi alegría,
que me hace niño y hombre cada día.
Quiera Dios sientas lo mismo!,
si no tanto como yo...
algo parecido,
pues una cosa sé:
que el día que yo nací,
por ti he nacido,
y cuando haya de morir
yo en ti he vivido.
Y no quiero ni pensar,
pues me viene a torturar y dar castigo,
el que algún día me pudieras tú dejar
y no estar ya más conmigo.
Yo te aprieto fuerte entre mis brazos,
y atuso y acaricio tu cabello,
y entregado en mi deseo,
que es pasión, y puro fuego,
me paseo por tu cuello
susurrándote te quiero,
y mis lágrimas enjugas con tu pelo;
y otra vez en el silencio yo te beso,
y en silencio pido al cielo
por lo tuyo, que es lo mío,
y es tan cierto,
que si algún día amanece
y en mi cama no te tengo,
quiera Dios que en ese instante
yo esté muerto.
GaDe 11/3/2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario