El amigo
Junto a la orilla de un río
lloraba un niño.
Un señor que pasaba por un puente,
al ver allí a ese muchacho
fue a ver qué había sucedido;
Al oírle se acercó corriendo
por verle tan angustiado,
mientras lloraba, temblaba,
estaba atemorizado
entre llantos y gemidos.
El señor, ya junto a él,
le preguntó:
- Qué ha pasado?
El niño miraba al río
y ensimismado decía:
- Mi amigo, se fue mi amigo.
Aturdido estaba el hombre
y espetó, moviendo al crió:
- Por dónde?, dime, chaval!,
dime chaval! Quién se ha ido?
Con las mejillas rosadas
de hinojos se levantó
y mirando al hombre al rostro
con enrabietado impulso
le grito:
- Mi amigo, señor, mi amigo!
- Pero dónde está? Qué pasa?
Vamos dime que te auxilio!
- Se lo llevó la corriente
mientras nadaba conmigo.
- Lo encontraré, sé valiente!
El señor se quitó su chaqueta,
con la que tapó al muchacho,
y después los pantalones
Y le preguntó:
- Hace mucho?
- No sé señor, sólo hace un rato.
- Dime, tú, por dónde ha sido?
- Por ahí! -señaló el niño.
Mirando alrededor el hombre,
río arriba, río abajo,
Dio voces pidiendo ayuda,
y algunos más se acercaron.
con sus gritos y bullicio.
Hubo más que se metieron
y estuvieron buceando
por el fondo mucho tiempo,
pero no se encontró a nadie
en el fondo de ese río.
Otros corrían las orillas,
aun con muy malos presagios
si encontraban al amigo
y hasta fondeaban con palos.
Y pasado ya un buen rato,
algunos aún en el agua,
Salió a abrazar al muchacho,
le dijo:
- No llores más!
Que te comprendo chaval,
yo también perdí un hermano
aquí en este mismo sitio.
- Qué le pasó a usted, señor?
- Que estábamos nadando juntos
y se hundió y no lo vi más.
Bueno sí, luego al sacarlo.
-No llores! - le dio otro abrazo emotivo.
Cómo te llamas valiente?
- Mario, aunque todos me llaman niño.
- Pues ahora has de ser fuerte,
que ya eres un hombrecito.
- Usted cree que estará vivo?,
que a lo mejor aún lo está!
- Si no le has visto salir...
- Si ni siquiera gritó,
- abrazándose al señor
con sollozos y suspiros-
el agua se lo tragó,
y no tenía motivo.
Y secando sus mejillas
con el dorso de sus manos,
le preguntó:
-Dónde vives?
Dímelo que te acompaño.
No llores, Mario, no llores!
-Cómo quiere que no llore,
si era mi mejor amigo
y encima yo le animé
cuando él estaba conmigo?
- Sabia nadar el chaval?
- Sí, señor! Lo hacía muy bien!
Si estábamos los dos muy cerca,
sólo escuché: Mario ven!
Se rió y no lo vi más,
ni por dentro ni por fuera.
Le juro que me acerqué,
y por más que buceé
no le vi... y así pasó - y un nuevo llanto.
- Vamos, niño, anímate!,
que bien pudiste ser tú!
- Esa es la pena señor,
que no fui yo..., no fui yo.
Y de pronto, río arriba
una voz que les llegó:
- Mario ven, que estoy aquí!
GaDe 11/12/2013
PD. Ay que ver la que lió
el travieso chavalín!
GaDe 11/12/2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario