miércoles, 27 de noviembre de 2013

Gloria

No tendría más de treinta y cinco años, pero la droga había estigmatizado su rostro y su postura corporal hasta el punto de aparentar casi el doble de su edad. Sus pómulos convexos, en contraste con la concavidad de sus mejillas, marcaban casi al igual que una radiografía los huesos de toda su cara. No tenía dientes creo recordar, y por encima de sus labios se dibujaban como los fuelles de un acordeón los surcos secos de su cutis. Andaba curvada, como quien acostumbra a buscar colillas en el suelo. 
Su plumífero, de colores azul marino y verde, tenía un tono pardo y apagado de tanto uso, y en las mangas un brillo negruzco dejaba entrever alguna que otra quemadura de cigarrillo o quién  sabe de qué. Todos los días me cruzaba con ella, es decir, la veía en los vagones de metro de la línea 10. Parece como si el destino quisiera que de una u otra forma nuestras miradas se cruzaran. Y así pasó todo el pasado año durante cuatro o cinco meses. Quizá viviera en Tribunal, muchas de las veces era allí donde bajaba. Yo proseguía hasta Alonso Martínez para luego hacer transbordo a la línea 5. 
Ella iba vendiendo llaveros con linterna, y alguna de las veces la compré alguno; el precio era de un euro y, francamente, después de lo que contaba como introducción y presentación para la venta, compungía hasta el punto de tener que buscarse alguna excusa interior para no comprarla o al menos darle alguna moneda aunque no quisieras el llavero.
Parecía no irle mal en su negocio, pero su cara parecía desmejorar casi de un día para otro.
Yo debí de caerle bien porque curiosamente, cuando me veía, me dedicaba una sonrisa de complicidad,  y más de una vez pensé: me conocerá de algo? Es más, no sé el porqué, pero ella me resultaba familiar; quizá fuera su penetrante mirada azul, siento debilidad ante ese color de ojos y sería de tantas veces que los he observado en profundidad en diferentes personas. Pero ella, parecía tener ojos de hechicera. 
Un día de esos en los que nos cruzamos, me miró, me saludo y me dijo: "tienes la mirada de Jesús". Así, sin más. Juro que es cierto! Acaso ella sabría cómo miraría Jesús en su día. Me sorprendió gratamente porque yo quise ver alguna vez esa mirada en mis ojos frente al espejo, e incluso me pregunté más de una vez cómo sería la mirada de Jesús. Después de hacerme esa observación me preguntó:
-Eres cristiano?
Yo la respondí incrédulo y con sorpresa:
-Sí! Se me nota? Cómo lo sabes? 
Yo sabía de Jesús pero no la profundidad y lo que supone ser un verdadero cristiano; hoy que sé algo más he de decir que es camino de valientes y difícil en los tiempos que vivimos. Y me respondió:
- Ya te lo he dicho: tienes a Jesús en la mirada. Me llamo Gloria y tú?
-Juan, le respondí -y me extendió su mano, pero yo la di dos besos-.
-De currar?- me preguntó.
-Sí, un poquito -me salió el tonio castizo del Juan callejero de antaño; y tú?
-Yo, a hacer unas cosas y para mi keli (casa), hoy se me ha dado bastante bien; lo he vendido todo.
Y llegamos a la estación de Tribunal, pero no se bajó y me preguntó:
-Tú dónde vas?
-Yo a Canillejas - le dije.
-Ah!, pues hacemos transbordo los dos en Alonso Martínez. Yo he quedado en Embajadores y voy hacia Acacias, al revés que tú.
-Sí?! -contesté sin ningún entusiasmo-
Y así hicimos al poco de acabar la conversación y posicionarnos para salir junto a la puerta. Entonces, viendo como parecía despegarme de ella me dijo:
-Encantada!- despidiéndose-
-Igualmente!-dije yo-
Y salí rápidamente; he de aclarar que siempre parece que voy con prisa, pero ese día, parecía tener aún más. Creía tener la sensación de que iba a tener que oír su desgraciada vida más en detalle intimando hasta hacerme sentir mal; el caso es que salí a toda prisa y no di pie a ello.Y desde aquél día no la volví a ver más.
Ella me perdería de vista algo más tarde que yo a ella, ya que yo salí antes.
Sin embargo, sí he visto a personas con vidas aparentemente similares en esa misma línea 10 y en ese mismo micronegocio de venta de llaveros con linterna. Y no creo que la ausencia de Gloria haya sido por una cesión o traspaso de negocio.
Quizá, sólo quizá, casi un año después pienso: Ese día se le debió dar demasiado bien, y lo más posible, es que su pingüe beneficio lo empleara en alguna de esas cundas que llaman para ir a Valdemingómez a por droga y quizá un exceso de ella,  o vete tú a saber fueran la causa de que ya no hubo más venta de llaveros linterna por parte de Gloria.
GaDe 27/11/2013
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