¡Oh Padre y Dios Amado!
Yo busco cada día en Ti cobijo.
Mi llanto corre al Agua, al Río fijo
del cauce permanente que Has guardado.
En Ti; perdido y manso,
al filo de la muerte en mi esperanza,
rogé para escapar de la acechanza,
y Tú trocaste el mal en buen descanso.
¡Oh Cristo de la Vida!
Escrito está mi nombre a Tu lectura;
¡recibe Gloria de esta criatura!
¡Hermano para Bien! ¡Dios de Salida!
Una nueva mañana
empieza para dar a Dios la Gloria;
para eso es nuestra vida, ¡haced memoria!,
pues lleva a Recompensa Soberana.
GaDe 17/4/2015
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