La lectura
Juan 15:12-24
12-13.
El mandamiento de Jesús es que nos amemos los unos a los otros como Él nos amó; y ese es el mayor amor: poner la vida, es decir, estar dispuesto a dar la vida por los amigos.
14
Cumpliendo Su mandamiento podremos considerarnos Sus amigos.
15
Nos llama amigos porque no hay nada oído del Padre que nos deba contar que no nos haya contado; aun provocando escándalo, o costándole lo que le costó, con tal de decir lo Cierto del Reino de Dios y del Camino correcto hacia el arrepentimiento para la Vida.
16
Aunque parezca que somos nosotros los que elegimos seguirle..., como hicieron los apóstoles a Su llamada, es Jesús el que nos elige y establece el seguimiento en nuestro corazón previamente. Este versículo es un claro anuncio de la elección y el propósito para cada cual: hacer que el fruto del Espíritu Santo permanezca y que establezcamos una comunión creciente con el Padre a medida que vamos creciendo en el fin de Dios para nosotros. Evidentemente, nos da la fórmula de la petición en la oración: Pedir en el Único Nombre dado al hombre como Intercesor absoluto: Jesucristo, Jesús de Nazaret, Jesús el Mesías, el Cristo Jesús, Yehoshua, Yeshúa, ...
Dios sabe a Quien Nombramos.
17
Repite el mandamiento suyo sin hacer el comparativo con Él; esto es para darnos un margen de flexibilidad; amar como Él lo hizo es imposible: Por Su condición Divina, Su calidad amatoria, Valentía, número de amantes, peso de Su amor, etc.
Pero no olvidemos que el proceso se santificación exige marcarnos una meta celestial, de ahí el mandamiento como objetivo día a día. Los tropiezos son inevitables; pero no excusables para seguir cometiéndolos.
18
Si somos odiados por el mundo, no nos extrañemos porque Jesús lo ha sido antes y en mayor grado.
19
Los elegidos, inevitablemente seremos aborrecidos por los que impulsan la corriente del mundo, pero nuestra recompensa inmerecida vale mucho más que todo el sufrimiento previsto para nosotros.
20
El discípulo de Cristo está destinado al final de Cristo (no a ser crucificados evidentemente; esa muerte aun juntando todas las cruces del mundo jamás podría más repetirse, pero, somos una prolongación de Su labor y como tales) y estará expuesto a persecución en pos de la Verdad como lo fue Él. Somos parte del Cuerpo de Cristo en la Iglesia, y los creyentes: siervos; no somos mayores que nuestro Señor: Cristo Jesús, Hijo de Dios. Y todo aquel predestinado a guardar la Palabra antes o después, igual que con Él; acontecerá con aquél de nosotros que la lleve (por ser Suya)
21
Deberemos amarnos hasta el punto de entregar la vida por los amigos quienes Dios estime; seremos odiados, perseguidos,... Pero tendremos autoridad en Cristo Jesús a través de la Palabra. Y todo esto sucederá por dar gloria al Santo Nombre de Jesucristo: Jesús de Nazaret. Y seremos maltratados por los del mundo porque ignoran que Cristo es enviado de Dios. Y porque no son a ser llamados hijos de Dios.
22-23
Si no hubiera venido y hubiera advertido Quien Era y Es, y qué supone rechazarle, no estarían condenados, pero al odiarle a Él, odian al Padre que le envío y no se pueden excusar por decir tener desconocimiento de lo que Jesús les dijo.
24
Han visto maravillosos milagros jamás realizados antes (ni después) como señales evidentes de Su identidad Divina y de Ser Sacerdote de Dios; al rechazar las evidencias del Cielo y odiarle, ya cuentan con ese Pecado del odio extensivo que va desde Él hasta el Padre, es decir, odiar a Dios.
GaDe 8/4/2015 Para Julia Navarrete Reyes
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