Bajo el olivo del llanto,
donde lleno mi vacío,
pido a Dios a cada rato
que me devuelva el cariño.
Y a la vez que yo le alabo,
postrado como es debido,
le ruego que tenga agrado
en darme hembra y cobijo.
Yo le imploro porque ardo;
Él sonríe y me hace un guiño;
y a su espera estoy templando
mi sangre por ser más digno.
Me dice: "Tú a mi regazo;
sé más paciente, mi hijito,
que tus pesares son cantos,
y soy Yo quien marca el ritmo".
Por eso mi voz la aclaro
practicando gorgoritos,
por si llama al escenario
mi Padre, mi Dios bendito.
Si me lees sigue estos pasos,
son dos, a ver si me explico:
Acércate a mí con tacto;
toca las palmas; te sigo...
GaDe 10/7/2015 a ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario