Qué más quisiera yo que rescatarte
del cielo, haciendo mío el firmamento,
pidiéndole al Señor solo un momento,
el justo y necesario de abrazarte.
Qué más quisiera yo que poder darte
mi voz o la mirada, hasta mi aliento;
trocarlos por el triste pensamiento
y vívido recuerdo, al extrañarte.
Mas eso, hoy, no es posible y tú lo sabes
igual que lo sé yo, pero confío
en que antes o después volveré a verte.
Y entonces, ya dichoso en esa suerte,
tendré, por Fiel dador al Señor mío,
morada para dos, tú y yo, y las llaves.
GaDe 19/12/2020,
A Ilona
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