No habré ya de cobrar falsa moneda,
en cuentas que de amores yo me haga,
y espero que mi mente, torpe y vaga,
acierte a descubrir por donde rueda.
Si pierdo la que a mi razón hospeda,
y vuelvo a recibir la impía paga,
seré como una acémila que aciaga,
al tiro de una noria sin que pueda.
Mas, si esto lo llevara a mi presente,
castiguen a mi cuerpo a hierro ardiente
y oblígenme a sacar blanca bandera;
así, tras la jornada ya postrera,
se hará mi voluntad y cuando muera,
que en mi epitafio rece: ¨"Aquí un demente".
GaDe ( hace años)
No hay comentarios:
Publicar un comentario